Playa Blanca lucirá una réplica de su antigua molina
Los creadores de la réplica de la antigua molina de Playa Blanca, que por muchos años distinguió la entrada del pueblo sureño, realizan las últimas pruebas y retocan la estructura para proceder a su montaje en la gran rotonda de acceso al núcleo turístico (por la carretera LZ 2), a pocos metros de su emplazamiento original.
La molina es obra de Guelo e Isidro Viñoly, trabajadores del Ayuntamiento de Yaiza, que no dudaron en aceptar la encomienda del gobierno municipal para construirla en madera y metal. Guelo realizó el trabajo de carpintería esculpiendo madera de pino, mientras que Isidro se encargó de colocar y ensamblar maquinaria, tensores y todas las piezas de metal que tiene la instalación, “aunque nos ayudamos mutuamente en nuestras tareas”, apunta Guelo, que aprendió el oficio de carpintero hace 30 años asistiendo a un taller en horas de la tarde después de cumplir con su jornada laboral.
Hoy ya se puede ver en el taller del parque móvil de Yaiza una torre de 3,50 metros de altura con cuatro aspas de 7,20 metros de largo, que hacen de la molina una estructura cercana a los 10 metros de altitud. “Primero hicimos la torre, luego el balcón de la torre y las aspas y por último el engranaje y montaje”, resume Isidro. Dicho así parece fácil, pero la construcción de la molina empezó en el mes de febrero con muchas horas de dedicación y paciencia.
En breve, su montaje será una realidad. Esta misma semana personal del Ayuntamiento, coordinado por el operario Gabino Cabrera, empezó con los trabajos de edificación de la base en el interior de la rotonda.
“Ahora que estamos desarrollando un plan de inversión para la mejora del centro de Playa Blanca, incluido alumbrado público, ampliación de aceras, eliminación de barreras arquitectónicas y, próximamente, asfaltado de calles, entendimos que era el momento de recuperar la imagen de la antigua molina del pueblo”, comenta la alcaldesa de Yaiza, Gladys Acuña.
La molina de viento no sólo daba gofio de buena calidad, sino que en su momento simplificó el trabajo de molienda. El Área de Patrimonio del Ayuntamiento de Yaiza recuerda que en el municipio se había construido un molino en el siglo XIX, figurando entre sus dueños la familia de Don Benito Pérez Armas. A finales del siglo la propiedad estaba dividida en dos partes: una perteneciente a los señores Don Benito, Doña Ángela y Don Juan Pérez Armas, cuya titularidad la habían heredado de sus padres Don Juan Pérez García y Doña María de la Paz Armas, y la otra parte era de Don Andrés Cabrera Tejera.
Las dos partes fueron compradas, una en enero de 1899 y la otra en enero de 1900, por Don José María Calero Peraza. El molino estaba situado en el lugar conocido como Las Peñas. En 1965, Don Rafael Cabrera Díaz adquirió la propiedad de este molino, existiendo otro similar en Los Lomos. En cuanto a las molinas, se conocían dos: una en Los Rostros, que fue comprada por Don Felipe Perdomo, que terminó instalándola en Playa Blanca, y la otra localizada en La Cuesta.
La molina de viento tiene una estructura diferenciada con respecto al molino de viento, ya que su base es de planta rectangular, mientras que el molino se compone de una torre de planta circular de pared de piedra seca y barro.
En todo caso, las tahonas o molinos de sangre, el molino de viento, también llamado pajero, y las molinas, representaron un avance significativo comparándolos con el molino de mano por la mayor cantidad de grano capaz de triturar. Por ello, fueron herramientas importantísimas en el desarrollo de las actividades agrícolas en distintos puntos geográficos de Lanzarote. Así, la réplica de la molina de Playa Blanca tiene un alto componente histórico y cultural, además de estético.